El viento del norte y el sol estaban disputándose sobre cuál de ellos era el más fuerte, cuando pasó un viajero envuelto en una gruesa capa. Se pusieron de acuerdo en que el primero que lograra que el viajero se quitara la capa sería considerado más fuerte que el otro. Entonces, el viento del norte sopló tan fuerte como pudo, pero cuanto más soplaba más estrechamente se ceñía el viajero la capa al cuerpo hasta que, al fin, el viento del norte se rindió. Luego, el sol brilló calurosamente y de inmediato el viajero se despojó de su capa. Así, el viento del norte se vio obligado a reconocer que el sol era el más valiente de los dos.